La Dra. Catalina Ramírez Molina, investigadora y profesora del Departamento de Educación Secundaria de la Escuela de Formación Docente, junto a otras académicas colaboradoras, desarrolló un proyecto de investigación titulado “Intervención formativa para incentivar el hábito lector”, centrado en el análisis de las prácticas de lectura en la educación superior.
Tradicionalmente, las investigaciones se han centrado en el conocimiento teórico y las prácticas relacionadas con cómo se enseña y cómo se aprende a leer”, explica la investigadora, “pero decidimos enfocarnos en el ámbito más personal y analizar cómo en ese ámbito surge el hábito de la lectura”.
La Dra. Catalina Ramírez Molina, investigadora del proyecto “Intervención formativa para incentivar
el hábito lector” y profesora del Departamento de Secundaria de la Escuela de Formación Docente
La intervención formativa como metodología para la transformación
La intervención formativa como metodología de investigación, se planteó inicialmente con 140 estudiantes universitarios. Sin embargo, surgió el cuestionamiento: “Estamos planteándoles mejorar sus hábitos de lectura, pero ¿los tenemos los propios docentes universitarios?”. Por ello, se amplió para incluir también a los formadores, generando un espacio de reflexión compartida, comenta Ramírez.
La intervención formativa, permitió no solo conocer los hábitos lectores de ambas poblaciones, sino analizar los sistemas de creencias y de actividad de las personas y generar transformaciones desde dentro. Uno de los hallazgos destacados en ambas intervenciones, es la relevancia social atribuida a la lectura desde sus sistemas de creencias. Ambas poblaciones reconocieron la importancia que da y recalca la sociedad sobre la lectura. Sin embargo, los laboratorios de cambio y las fases de intervención revelaron algo más profundo: a través de sus historias de lectura, los participantes se cuestionaron que esa voloración social que se hace de la lectura no crea o forma el hábito sino el interés personal de implicarse en la práctica de lectura. Descubrieron que lo personalmente significativo es más importante que lo socialmente relevante. Este hallazgo resulta clave para entender cómo se forma un hábito lector.
La investigación reveló que sentir la necesidad de leer no surge en el ámbito social o instruccional; nace en el ámbito personal. Por ello, las personas no leen porque otros se los digan, no necesariamente depende de factores externos como profesores universitarios, autores de libros, booktubers, libreros o bibliotecas, sino de la propia voluntad del lector o la lectora y se sostiene porque la persona comprende que leer es vital para cualquier proyecto que emprenda, pues la lectura trasciende el contexto educativo para convertirse en una necesidad intrínseca. Es aquí donde la lectura se convierte en un hábito, en una práctica sostenida en el tiempo.
Así mismo, las personas participantes encuentran interés en practicar la lectura literaria, porque precisamente, la literatura, como construcción humana y racional, nos deja decir cosas que no están enmarcadas en el oficialismo”, asegura Ramírez. La persona lectora, encuentra en ella, un espejo de sus propias experiencias y las de otros, es decir, vive un enfrentamiento dialéctico, estético y ficcional, que le resulta liberador, porque es en la literatura, que encuentra ideas que no son socialmente aceptadas pero que él o ella desea expresar. Al identificarse con esta práctica liberadora, regresa una y otra vez a la lectura.
Por lo tanto, el hábito de leer es clave para salir de todas esas burbujas sociales que inciden en la forma en la que deben pensar y ser. Mediante la lectura, pueden disentir, incomodarse, solidarizarse y alcanzar niveles interpretativos que les aportan criterios, argumentos y, por tanto, participación activa y consciente en su entono. En este punto de enganche, surge el hábito.
Intervención formativa realizada en 2022 con docentes y estudiantes de las carreras de Educación
Preescolar, Primaria y Enseñanza del Castellano y la Literatura de la Facultad de Educación.
Leer más allá del aula y del placer: conciencia, emoción y pensamiento crítico
La investigación desarrollada, pone sobre la mesa dos ideas: 1. Promover la lectura en la formación docente no es solo una estrategia didáctica, sino una responsabilidad formativa que busca generar conciencia sobre la construcción de la identidad lectora y el pensamiento interpretativo. 2. Comprender la lectura como confrontación más allá del placer. No toda lectura es placentera ni debe serlo. La lectura también incomoda, moviliza y desafía. Asumir que la lectura es solo un espacio de disfrute es simplificar su complejidad. Por lo tanto, para Ramírez, la lectura no debe reducirse a un ejercicio académico, sino que es una herramienta esencial para el crecimiento personal. En el ámbito educativo, a menudo se la ve como una actividad funcional, pero cuando se convierte en una necesidad personal, en una búsqueda propia, adquiere un valor profundamente transformador. De ahí la importancia de conocer cómo valorarla, acercarse a ella y con qué propósitos.
La identidad fluctuante y personal del ser lector
Definir quién es lector no es sencillo. No todos los lectores son iguales. Hay quienes “devoran libros” sin que los libros pasen por ellos. La lectura no se mide solo por cantidad, sino por los procesos interpretativos y de internalización que alcanzamos. No se trata de cuántos libros se leen, sino de cómo se lee y con qué intención. Ser lector es una decisión personal y cambiante, una relación continua de acercamiento y alejamiento, de necesidad y pausa. Un lector puede ser muy bueno durante una época y dejar de leer. El lector es el que siempre incide o insiste en volver a los libros una y otra vez”, ejemplifica la investigadora.
Taller con la Escuela de Formación Docente, resultado de la investigación con el
fin de fortalecer las habilidades lectoras y el rol docente como promotor de la lectura.
La infancia y el entorno: cuna del hábito lector
El vínculo emocional con la lectura muchas veces nace en la infancia, se sostiene si hay acompañamiento lector, pero se desvanece cuando la escuela convierte la lectura en una tarea obligatoria y evaluativa. Este desgaste se arrastra hasta la universidad, donde los estudiantes llegan agotados y evaden la lectura.
El contexto es determinante. “El hogar es clave. ¿Hay material para leer en mi casa o no?”, se pregunta Ramírez. El hábito se debe construir, y las generaciones pasadas tenían acceso a material impreso en el hogar: enciclopedias, biblias, el periódico, Escuela para Todos, y eso marcaba una diferencia. Las nuevas generaciones leen distinto, los soportes digitales son los que ofrecen lectura. Cada lector encontrará su forma. Hay que desmitificar lo que socialmente se dice que es leer y cómo hacerlo.
Una transformación desde lo cotidiano
Cambiar los hábitos lectores no es una misión de reformas ministeriales o decretos institucionales. El cambio empieza en la revisión y cuestionamiento de los sistema de creencias y sistemas de actividad de las personas, demostrando que leer, sin duda alguna, nos transforma, nos hace diferentes y nos permite vivir experiencias únicas, distintas de aquellos que no leen. Así, preguntas como ¿cómo leemos?, ¿por qué y para qué leemos? son necesarias para resignificar o reconceptualizar la práctica de la lectura.
La investigadora, asegura que es posible promover procesos formativos que devuelvan a la lectura su dimensión humana, emocional y reflexiva. Se requiere de experiencias de investigación no lineal, para abrir nuevas puertas que no solo ofrezcan datos, sino también fomenten movimientos transformativos en los sistemas de actividad de las personas mientras se investiga. Implicar en la adquisición del hábito lector, en palabras de la Dra. Ramírez es un proceso de aprendizaje a través de la autoorganización desde el ámbito personal.
Fabián Barrantes Jara
Comunicador de la Facultad de Educación